Si te interesa el mundo de las ciencias, quizá te estés preguntando de qué manera definimos que cierto alimento del mar está o no en una situación sustentable. Te invitamos a descubrir el lado más nerd de Futuro Azul: de lo contrario te recomendamos volver a otra sección porque el texto se va a poner muuuuuuuuy técnico.
Para evaluar cada recurso nos basamos en la metodología “Evaluación de riesgos para el abastecimiento de productos del mar” (Risk Assessment for Sourcing Seafood).
Si cuentas con algún estudio, paper o antecedente que pueda contribuir a la evaluación de los recursos, contáctanos por correo electrónico a hola@futuroazul.org
Este instrumento fue creado por Seafish y su objetivo es proporcionar a los compradores y procesadores de productos del mar información sobre el estado biológico de las poblaciones de peces y los impactos ambientales de las pesquerías que las capturan. Una característica clave de RASS -por sus siglas en inglés- es que presenta puntajes de riesgo para cuatro temas:
(1) estado de la población
(2) manejo de la pesquería
(3) impacto en la captura accesoria
(4) impacto en el hábitat
De acuerdo a la información oficial, esta herramienta se esfuerza por traducir la información recopilada de los consejos de gestión y la literatura más amplia en cinco categorías de riesgo.
Este componente se refiere a la salud y abundancia de la población de peces en una zona específica. Si una población está sobreexplotada o agotada, indica que no es sostenible. Por otro lado, si está saludable y abundante, sugiere que las actividades pesqueras pueden mantenerse sin agotar la población.
Para evaluar la salud y sostenibilidad de las poblaciones de peces, se desarrolla un esquema de puntuación teniendo en cuenta diferentes tipos de evaluación de poblaciones y la calidad de la información que la respalda. Para aquellas poblaciones de data limitada, recurrimos al uso de tendencias de desembarque y esfuerzo de pesca (ambas de Sernapesca), la resiliencia y/o vulnerabilidad de la especie a la pesca, que están definidas en FishBase y SeaLifeBase.
La gestión de la pesquería evalúa la eficacia de las regulaciones y prácticas de gestión pesquera para garantizar la sostenibilidad de las poblaciones de peces. Una buena gestión incluye medidas como cuotas de pesca, límites de tamaño y cierres estacionales, que ayudan a prevenir la sobreexplotación y promover la recuperación de sobreexplotadas.
Aquí definimos la gestión responsable como reflejo de hasta qué punto se sabe que la estrategia de pesca es o no precautoria, y en segundo lugar, lo que se sabe sobre la fiscalización general de la pesquería y el alcance de las infracciones.
Evaluar la gestión es inherentemente subjetivo, ya que diferentes evaluadores pueden tener divergencias de opinión sobre la elección de los criterios de puntuación que mejor describen la misma pesquería.
Esto implica que se necesita una atención especial en el aseguramiento de la calidad para mitigar esta subjetividad y garantizar la consistencia en la puntuación. Las evaluaciones de la gestión inicialmente se realizan para el área de la población, sin embargo, para algunas especies, la gestión se evaluará en la escala en la que opera la principal pesquería de captura.
Evalúa en qué medida las actividades pesqueras dañan o perturban el medio marino. Esto puede incluir daños de hábitats del fondo marino y disturbios en áreas de anidación o reproducción de especies marinas. Las prácticas pesqueras que minimizan el impacto en el hábitat se consideran más sostenibles.
El objetivo de este componente es que los productos del mar provengan de una pesquería que tenga un impacto mínimo en los hábitats del fondo marino. Típicamente, son los artes de pesca móviles de fondo los que tienen el mayor impacto en el fondo marino; sin embargo, los efectos pueden variar considerablemente entre los tipos de artes de pesca y según el contexto ambiental.
Los efectos de la perturbación pueden ser relativamente menores y durar unos días en algunos hábitats, aunque en otros pueden ser graves y mucho más duraderos, especialmente en hábitats biogénicos, que definimos como hábitats vulnerables.
Para realizar una evaluación completamente objetiva del impacto de una pesquería, idealmente se necesitaría información de alta resolución sobre dónde se está pescando en relación con los hábitats vulnerables del fondo marino, sin embargo, las huellas de pesca solo se han mapeado exhaustivamente en algunas áreas marinas.
En ausencia de este nivel de evidencia, se realiza una generalización sobre el impacto de una categoría de artes de pesca, con los artes de pesca móviles de fondo teniendo el mayor potencial para dañar el fondo marino.
Se refiere a la captura no deseada de especies no objetivo (fauna acompañante) durante las operaciones pesqueras. La captura incidental puede incluir especies en peligro de extinción, protegidas o simplemente no aptas para el consumo. Altos niveles de captura incidental pueden tener graves consecuencias ecológicas, por lo que minimizar la captura incidental mediante equipos adecuados y técnicas de pesca es importante para la obtención sostenible de los recursos del mar.
El objetivo de este componente es que los productos del mar provengan de una pesquería que minimice la cantidad de capturas incidentales y el impacto en las poblaciones de especies protegidas, en peligro y amenazadas (incluidas las especies de recursos vulnerables). El término "captura incidental" tiene diferentes significados en diferentes jurisdicciones. Se define aquí como la mortalidad o daño relacionado con la pesquería que no forman parte de la captura retenida. Ejemplos de captura incidental incluyen los descartes, la mortalidad de megafauna, como mamíferos marinos, aves marinas y tortugas causada incidentalmente, la mortalidad por encuentro con el equipo de pesca y la pesca fantasma.
Todos los descartes, incluidos aquellos liberados con vida, se consideran captura incidental a menos que haya evidencia científica sólida de una alta supervivencia después de la liberación. La metodología evalúa el riesgo de captura incidental para dos dimensiones que se puntúan de manera independiente entre sí: el porcentaje de cantidad de capturas incidentales en peso y el impacto en las poblaciones de especies en Peligro, Amenazadas y Protegidas (ETP).
Este componente se refiere a la salud y abundancia de la población de peces en una zona específica. Si una población está sobreexplotada o agotada, indica que no es sostenible. Por otro lado, si está saludable y abundante, sugiere que las actividades pesqueras pueden mantenerse sin agotar la población.
Para evaluar la salud y sostenibilidad de las poblaciones de peces se desarrolla un esquema de puntuación teniendo en cuenta diferentes tipos de evaluación de poblaciones y la calidad de la información que la respalda. Para aquellas poblaciones de data limitada, recurrimos al uso de tendencias de desembarque (Sernapesca) y esfuerzo de pesca (Sernapesca), la resiliencia y/o vulnerabilidad de la especie a la pesca, que están definidas en FishBase y SeaLifeBase.
La gestión de la pesquería implica las regulaciones y prácticas establecidas para garantizar la sostenibilidad de las poblaciones de peces. Una buena gestión incluye medidas como cuotas de pesca, límites de tamaño y cierres estacionales, que ayudan a prevenir la sobreexplotación y promover la recuperación de sobreexplotadas.
El objetivo de este componente es que los productos del mar provengan de una población que sea gestionada de manera responsable. Aquí definimos la gestión responsable como reflejo de hasta qué punto se sabe que la estrategia de pesca es o no precautoria, y en segundo lugar, lo que se sabe sobre la fiscalización general de la pesquería y el alcance de las infracciones.
A diferencia de la puntuación del estado de la población, los descriptores de estas dos dimensiones son difíciles de definir objetivamente. Puntuar la gestión es inherentemente subjetivo, ya que diferentes evaluadores pueden tener divergencias de opinión sobre la elección de los criterios de puntuación que mejor describen la misma pesquería.
Esto implica que se necesita una atención especial en el aseguramiento de la calidad para mitigar esta subjetividad y garantizar la consistencia en la puntuación. Las evaluaciones de la gestión inicialmente se realizarán para el área de la población. Sin embargo, para algunas especies, la gestión se evaluará en la escala en la que opera la principal pesquería de captura.
Se refiere a la captura no deseada de especies no objetivo durante las operaciones pesqueras. La captura incidental puede incluir especies en peligro de extinción, protegidas o simplemente no aptas para el consumo. Altos niveles de captura incidental pueden tener graves consecuencias ecológicas, por lo que minimizar la captura incidental mediante equipos adecuados y técnicas de pesca es importante para la obtención sostenible de los recursos del mar.
El objetivo de este componente es que los productos del mar provengan de una pesquería que tenga un impacto mínimo en los hábitats del fondo marino. Típicamente, son los artes de pesca móviles de fondo los que tienen el mayor impacto en el fondo marino; sin embargo, los efectos pueden variar considerablemente entre los tipos de artes de pesca y según el contexto ambiental en el que se pesquen.
Los efectos de la perturbación pueden ser relativamente menores y durar unos días en algunos hábitats, aunque en otros pueden ser graves y mucho más duraderos, especialmente en hábitats biogénicos, que definimos como hábitats vulnerables. Para realizar una evaluación completamente objetiva del impacto de una pesquería dada, idealmente se necesitaría información de alta resolución sobre dónde se está pescando en relación con los hábitats vulnerables del fondo marino. Sin embargo, las huellas de pesca solo se han mapeado exhaustivamente en algunas áreas marinas. En ausencia de este nivel de evidencia, se realiza una generalización sobre el impacto de una categoría de artes de pesca, con los artes de pesca móviles de fondo teniendo el mayor potencial para dañar el fondo marino.
El impacto en el hábitat evalúa en qué medida las actividades pesqueras dañan o perturban el medio marino. Esto puede incluir daños de hábitats del fondo marino y disturbios en áreas de anidación o reproducción de especies marinas. Las prácticas pesqueras que minimizan el impacto en el hábitat se consideran más sostenibles.
El objetivo de este componente es que los productos del mar provengan de una pesquería que minimice la cantidad de capturas incidentales y el impacto en las poblaciones de especies protegidas, en peligro y amenazadas (incluidas las especies de recursos vulnerables). El término “captura incidental” tiene diferentes significados en diferentes jurisdicciones. Se define aquí como la mortalidad o daño relacionado con la pesquería que no forman parte de la captura retenida. Ejemplos de captura incidental incluyen los descartes, la mortalidad incidental de megafauna (por ejemplo, mamíferos marinos, aves marinas, tortugas), la mortalidad por encuentro con el equipo y la pesca fantasma.
Todos los descartes, incluidos aquellos liberados con vida, se consideran captura incidental a menos que haya evidencia científica sólida de una alta supervivencia después de la liberación. La metodología evalúa el riesgo de captura incidental para dos dimensiones que se puntúan de manera independiente entre sí: el porcentaje de cantidad de capturas incidentales en peso y el impacto en las poblaciones de especies en Peligro, Amenazadas y Protegidas (ETP).